Volvemos 11 años después a esta sidrería, en la que estuvimos hace 30 años en la
I Sagardo Bira, siguiendo con las celebraciones del XXX aniversario de dicho
evento. No nos frena ni el cambio de horario que ha habido la pasada madrugada.
Además esta vez no parece que vaya a nevar...
Asistentes: Nesss y Edu
Previo
Todas las consultas al parte metereológico coinciden en que va a llover a partir
de las 14:00 y unas tres o cuatro horas. Paraguas en mano, salimos andando
pasadas las 13:00 pasando junto al butano y su tramo arf-arf y siguiendo las
marcas azules y blancas hasta el cruce del barrio de Otegi, y llegamos a las
13:55, 5' antes de la hora oficial de apertura de la sidrería, respetándonos
bastante la lluvia aunque en algún tramo nos chispeó. Edu tira fotos a los
caseríos de Otegi mientras vemos unas gentes que no teníamos claro si irían a la
sidrería o a pasear por el monte; luego resultó que a la sidrería. Entramos ya
que la puerta está abierta (siempre obedientes a las costumbres de Lasarte-Oria)
y nos siguen varias del otro grupo, y después los demás. Nada más entrar, rompe
a llover con ganas; acertaron con la previsión.
Sidrería
Consta de dos edificios. En el edificio más alejado (especial sagardo bus,
custodiado al principio por dos perritos ociosos), además de mesas y bancos,
hay 3 kupelas de madera, dos de ellas de 11.000 litros y la otra, la de enmedio,
de 13.000. En el edificio para la gente normal, donde nos ubican, las mesas y
bancos tradicionales a la derecha y a la izquierda seis kupelas de madera (casi
todas de 7.000 litros, pero una de 9.000). Al lado de nuestra mesa, otra de seis
para la otra cuadrilla. Al otro lado, una mesa preparada para ocho, que no
vinieron ni avisaron al respecto, qué gentuza! En un momento dado, preparan otra
mesa para dos, pero luego retiraron las servilletas de las que no se llenaron.
Edu discute con Nesss y la txotxera acerca de si habían hecho obras ahí y habían
cerrado la pared del fondo, donde según Edu, estaba la cocina la anterior vez.
Incluso el bilbaíno-zarauztarra de la mesa de al lado le dicen que no. Que
siempre ha estado así. Que la cocina y la parrilla están fuera. Conste que Edu
aún no había bebido nada. Edu preguntaría más tarde qué son los arcos metálicos
junto a los números tallados en la madera de las kupelas, y la camarera le
contesta que antes ponían tubos para mostrar hasta dónde tenían sidra las
kupelas (principio de los vasos comunicantes, según Nesss), pero que hace tiempo
que dejaron de hacerlo. Mención especial al baño de puerta pequeña seguida de
escalones, a la antigua.
De comer, tortilla de bakalao correcta y jugosa, dos trozos de bakalao con
pimiento verde y cebolla frita (no pochada), un txuletón rico de sabor, de buen
tamaño para dos y con poco magro, que hubo que calentar en un tramo porque
también fuimos a beber, tan rica que pedimos otra txuleta más pequeña, la cual
trae más grasa, pero también rica. de postre queso, dulce de manzana y nueces.
Total, 83,60 euros, 41,80€ cada. Con toda la carne que comimos, nos pareció buen
precio. Recientemente hemos pagado poco menos por sólo un chuletón y luego
hemos tenido que merendar...
La txotxera y la camarera que nos va trayendo la comida resultan ser hermanas,
así como hermanas del txotxero de la otra vez, hace 11 años. Aleccionamos al
bilbaíno-zarauztarra sobre las sidrerías castas que quedan, que cada vez son
menos. Nos dan un disgusto al decirnos que también queda poco a ésta: los
hermanos trabajan fuera (y luego toca ayudar en el caserío), la madre (ya mayor)
es la que sabe darle el toque a la comida y no se ven manteniendo el nivel, y
las hijas no parecen querer tomar el relevo. Cuando aparece una de las hijas, a
quien cedemos el honor de escoger las kupelas que abra la txotxera, Edu le dice
que querremos volver cuando ella esté al frente, y casi le grita desesperado a
la pobre adolescente que no puede dejar que se cierre esta sidrería ni perder la
tradición (que no se diga que no lo hemos intentado todo). Para rematarnos,
también nos dicen que Larre, el bar que estaba justo encima de la cuesta arf-arf
al pueblo, ha cerrado ya, jodo petaca... ya no queda casi nadie de los de antes,
que decía la canción.
Para intentar digerir tanta desgracia no nos quedo más remedio que beber como
kosakos. Bebimos de todas las kupelas, sólo se libraron las vacías, y se nota
que la sidra de cada kupela tiene su propia personalidad, estando ricas todas
ellas. Había que gritar Txooootx para que nos acompañasen los de la otra mesa
(que estaban a 1m), pero en cuanto tenían comida en la mesa se hacían los sordos
a pesar de los bocinazos. Aún así tuvimos grandes charletas con ellos, parece
que nos gustamos. Será la sidrería, la sidra, el ambiente familiar, el mal
tiempo, o lo que sea, pero esto también nos pasó la vez anterior. Edu alecciona
a beber a la valenciana que hacía videos y bebía menos que el resto. Para ser
valenciana, aprende mejor que una que sabemos a decir "Gutxi ta maiz" y no
"Garigatxu".
Justo cuando Nesss iba a pedir que nos llevasen a probar las kupelas del otro
edificio, la txotxera se adelanta y así lo hace. Allí nos comenta ante una
kupela que Edu destaca por abombada, que los trabajos artesanos son también cada
vez más difíciles de conseguir, otra de las razones que no ayudan a seguir con
el negocio: Antes había uno que les venía a hacer mantenimiento de las kupelas,
pero hace tiempo que no viene. Por eso otra kupela está con muchos remaches
metálicos; cuando se rompan, pues se acabará su uso.
Tras irse la otra cuadrilla, rematamos bebiendo en la otra sala y acabamos
hablando con la txotxera, la camarera y el marido de una de ellas. Son cerca de
las 17:00 y acabamos saliendo, para dejarles recoger y descansar. A saber si
volveremos a encontrar esta sidrería abierta en el futuro, y además tan casta.
La cosa no pinta nada bien y así que seguramente habremos echado nuestros
últimos tragos en Otegi. Eso si, peor habría sido enterarnos en unos meses o
años que ya habían cerrado, al menos nos hemos podido despedir y agradecerles su
trabajo.
Epílogo
Salimos a ver los "cerditos" que habían ido a mirar la otra cuadrilla antes de
entrar a comer.Pero oye, de cerditos nada, el más pequeño de ellos tiene el
morro como un balón de basket, y se acercan a la pared amenazantes, acaso
esperando que les demos de comer (¿carne propia?). Edu teme que le arranquen el
móvil de un bocado mientras los graba. Subimos la cuesta donde está el edificio
de Larre, bajo la lluvia que para algo trajimos los paraguas, depués la bajada
por la cuesta arf-arf de Buenos Aires, seguida del camino muy cambiado que usó
el tren del Plazaola. Vista la hora, decidimos pillar el bus que hay cada hora a
Hernani. Una vez allí, vamos al Goiz-Argi donde dos rondas de dos kalitxikis nos
vuelven a costar 6 euros en total, porque nos atiende el camarero (esto es como
para hacerse machista). Está dejando de llover y vamos a casa a ver el final de
la final del campeonato de pelota por parejas, que acaba con un reñido 22- 20,
para disfrute de la afición. Edu se va a la siesta y, visto que casi son las
20:00' Nesss se pone rock'n'roll otra vez y luego sale a dar una vuelta.
Reunidos otra vez comentan que se está acabando el mundo que hemos conocido
tanto en lo referente a las sidrerías, como a las universidades públicas. Eso
sí, que nos quiten lo bailao. Luego se van a la cama a distintas horas, que ha
sido un dia intenso.